10/12/07

Lunes 10 de diciembre

Escribo estas líneas esperando que me ayuden a tomar una decisión. Estoy planteándome renunciar a mi vida de independencia pero será mejor que comience por el principio.

Tras largo tiempo buscando nuestros amigos desaparecidos sin resultado (unos tres días) poco a poco mi mente fue asimilando su ausencia con dolorosa resignación.
Los días fueron pasando hasta este viernes, en el que me decidí a pedirle a Nuria que saliera conmigo. Tras el trabajo vino a mi casa, había preparado el ambiente a conciencia. Unas velas aromáticas iluminaban el salón, su canción preferida sonaba en la radio (me lo dejo David para la ocasión), una rosa estaba puesta en su silla.
Les había pedido a Toni y Bea que procurasen no pasar mucho por el salón, como estaban rodando una escena en su cuarto esto no les había supuesto problema.
La velada transcurría de manera fabulosa, fui sacando los platos de la cena y al terminar, tras hablar un rato mientras mirábamos la luna desde el balcón me decidí a confesarle mis sentimientos. Pero cuando apenas había empezado a hablar llamaron bruscamente a la puerta. Fui a abrir molesto por la interrupción y me encontré con Jaime acompañado de tres desconocidos. Me costo unos segundos reconocerle, ha convertido en músculo toda la grasa de su cuerpo. Me dijo que su “viaje de negocios” le había salido mal y que necesitaba esconderse por un tiempo aquí con sus “compañeros de trabajo”. Antes de que pudiera darle respuesta me apartaron y se abalanzaron sobre el sofá y la nevera, cada miga que tiraban al suelo me dolía.

Lo malo comenzó cuando los amigos de Jaime no dejaron a Nuria volver a su casa, arrancaron el cable del teléfono y nos quitaron los móviles. Mire a Jaime en busca de ayuda, pero cuando lo vi comiéndose una pizza cubierta de magdalenas supe que había desconectado del mundo. Las horas pasaban interminables y Nuria me miraba con cara de odio, recriminándome en silencio que no me enfrentase a aquellos mastodontes tatuados que eran dos veces yo de alto y tres de ancho.
Ya de madrugada llegó la policía, pensé que todo había terminado pero no podía estar más equivocado. Entraron a la habitación de Bea y Toni, con tan mala suerte de encontrar a Bea dormida tras haber rodado la ultima escena de su película en la que moría atravesada por varias armas blancas. Estaba tan exhausta tras el rodaje que se había dormido sin quitarse el maquillaje. Desde luego que Toni saliera medio dormido de debajo de la cama sosteniendo una lanza de atrezo manchada de “sangre” no ayudo mucho. Los agentes pidieron refuerzos de inmediato diciendo que habían dado con una guarida de asesinos. Al momento estábamos todos esposados y a Bea, que tiene un sueño muy profundo, se la llevaron sin que se enterase en una camilla.
Intente dar explicaciones pero me obligaban a guardar silencio, cuando creía que ya nada podía salir peor trajeron un perro policía que se fue directo a la puerta tapiada de la vieja habitación de David. Derribaron a martillazos los ladrillos y cuando vino la primera ráfaga de olor gritaron que habíamos empelado a decenas de cadáveres allí dentro. Intente advertirles que no siguieran pero cuando terminaron de tirar la pared la basura sepulto a los agentes y se extendió por el salón. En los largos meses de encierro La Basura se había puesto muy furiosa. En cuanto vio la luz las bolsas se reventaron esparciendo sin miramientos todo su contenido, como si fueran bombas inteligentes. El moho reptó por las paredes como si se tratase de un documental puesto a cámara hiper-rápida, las cajas rodaban y las bolsas flotaban buscando llenar cualquier hueco que quedara libre. Todos excepto Jaime y yo miraron horrorizados alrededor. Cuando la desastrosa invasión llego a su fin nadie fue capaz de articular palabra, sin poder evitarlo las lágrimas se me escaparon de los ojos.

Pase el resto del fin de semana en la cárcel, hasta esta mañana no me han dejado volver a casa. A Jaime lo soltaron pronto, solo le quedaban un par de semanas de condena y los otros presos han declarado que lo coaccionaron para que les acompañase.
Nuria no quiere ni oír mi nombre, me ha dicho que soy un guarro, un cobarde, y muchas más cosas que no me siento capaz de transcribir.
Los vecinos me vuelven a odiar y esta vez no creo que me perdonen.
El casero ha venido a verme y me ha dicho que tengo que abandonar el edificio pero que antes tengo que pagarle la instalación de la puerta nueva y los servicios de limpieza.
Así que aquí estoy, sentado en una pila de escombros como en los viejos tiempos. He perdido todo lo que tenía, tengo que empezar desde cero. Debo tomar una decisión ¿Qué voy a hacer ahora con mi vida?

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