25/7/07

Miércoles 25 de julio

Esto es un infierno, llevo dos días limpiando sin parar pero la suciedad no desaparece.
Decidí que lo mejor sería empezar por la cocina, a si podría usar la pila para lavar la ropa sucia y tener un aspecto más presentable para salir a pedir trabajo. De lo que trajo Jesús solo me queda para ponerme una camiseta que lleva escrito “trabajar es para perdedores” y por la parte de atrás “yo cambio sexo por dinero”, me temo que no es lo más adecuado para ir a entrevistas.
Como no había manera de encontrar la escoba, la fregona ni nada que valiera para limpiar fui a pedir ayuda al piso de abajo. La vecina con lagrimas de alegría en los ojos me dijo que esperara un momento y se fue a la calle, al cabo de unos minutos volvió con una carretilla cargada con una pala, cinco envases de 100 bolsas de basura extra grandes, tres escobas con cepillo gigante, ocho pares de guantes de goma, siete fregonas, cinco mascarillas, cuatro cubos de plástico, tres cepillos con púas de acero y diez garrafas de 5 litros de desinfectante.
Tras darle las gracias comencé a limpiar. Al principio parecía fácil pero conforme más escarbaba con la pala las capas de basura estaban más y más pegadas entre si. Por si fuera poco cada vez salían cucarachas de mayor tamaño, cuando llegue a la última capa tenia que golpearlas con la pala para que se marcharan.
Después pase la escoba pero por mas fuerza que hacía el cepillo siempre se quedaba pegado, probé a fregar el suelo llenando el cubo de agua en casa del vecino de arriba (que también lloro de alegría cuando le dije que iba a fregar, me parece que la gente de este edificio es tan sucia que no limpia nunca y se emocionan de que yo lo haga porque lo ven algo extraordinario) pero la sustancia pegajosa que cubría el suelo la absorbía al momento. Al final conseguí dejarlo limpio poniéndome una mascarilla y usando desinfectante a palo seco. He tenido que tirar las mesas y las sillas porque estaban completamente roídas, como si tuvieran un ataque de termitas, solo que eso es imposible porque eran de plástico. El fregadero fue mucho mas fácil de limpiar, pensé que el moho que lo cubría estaría muy cogido, pero cuando lo he frotado con el cepillo se ha marchado el solito reptando hasta la ventana. Finalmente estaba tan cansado que me fui a dormir.
Hoy he tenido que hacer diez viajes hasta el contenedor con la carretilla completamente cargada de bolsas para librarme de toda la suciedad que quite ayer.
Luego he bajado a casa de la vecina a llamar por teléfono al ayuntamiento para que se lleven la cocina, la lavadora y la nevera.
La lavadora ya llevaba tiempo estropeada pero la cocina y la nevera me dan algo de pena. He intentado limpiar los fogones de la cocina pero aunque los he golpeado con escalpelo y martillo (he procurado no perderlos durante estos meses porque venían muy bien para quitar la cal del los grifos) no he conseguido quitar la costra multicolor, y mucho menos la lasaña reseca de la puerta del horno. La nevera también he tenido que tirarla porque la col ha echado raíces y se han extendido por el motor.
Hace un rato que he terminado de limpiar las paredes, ya no recordaba que teníamos azulejos. He desgastado uno de los cepillos quitando la capa de suciedad que los cubría.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las lagrimas se deslizan por mis mejillas... pense que jamas viviria este momento.
Sigue asi valiente! Estamos contigo.